A 3.800 metros de profundidad en el Océano Atlántico yacen los restos del Titanic. Los encontraron en 1985 los oceanógrafos Robert Ballard y Jean-Louis Michel, que utilizaron el robot submarino Argo para fotografiar el transatlántico, hundido durante la noche del 14 al 15 de abril de 1912.
Veintisiete años después de aquellas primeras fotografías, publicadas por National Geographic, la misma revista muestra en su número de abril las imágenes más detalladas de los restos del Titanic, cuando se cumplen 100 años de su naufragio.
Las nuevas tecnologías permitieron elaborar un fiel retrato del estado actual del barco. Las espectaculares imágenes fueron elaboradas a partir de los vídeos y fotografías que se tomaron durante una multimillonaria expedición de la Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI), que se llevó a cabo en el verano de 2010.
La que mejor muestra cómo era el barco es un montaje de la proa elaborado a partir de 1.500 fotogramas grabados por tres sofisticados vehículos robóticos. Se trata de la parte más grande y que mejor se conserva del barco. Posteriormente, Ken Marshall ensambló los fotogramas para componer la imagen que, como si de un fantasma se tratara, refleja con gran detalle el estado en que quedó una parte de la nave.
Los científicos de la WHOI elaboraron también el primer mapa completo del área del fondo marino en la que quedaron esparcidos los escombros. En el lecho marino aún es visible la huella que dejó la proa, la parte más grande, durante el hundimiento.
A primera vista, la zona en la que se encuentran los restos (y que ocupa una superficie de cinco por ocho kilómetros) recuerda a un paisaje lunar, con estrías y cráteres